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Cuidado de la boca en el recién nacido

Desde los primeros instantes de vida y crecimiento, el feto comienza ya a desarrollar las estructuras que formarán la boca, los dientes, el paladar, los labios o la lengua, entre otras. Previo al nacimiento del recién nacido los especialistas realizan controles de salud para comprobar el adecuado crecimiento y prevenir posibles problemas.

Que un recién nacido no tenga dientes no significa que no se deba cuidar de su higiene bucal desde un primer momento. Asegurar una correcta higiene bucodental desde los primeros días permitirá sentar las bases para desarrollar una boca sana en la edad adulta.

 

La importancia de la higiene de la boca en el recién nacido

El cuidado de la higiene oral en el recién nacido constituye una de las acciones más importantes para la salud del pequeño. Muchos padres creen, erróneamente, que hasta que no aparecen los primeros dientes no es necesario prestarle mayor atención a la salud dental de los más pequeños. Sin embargo, el cuidado de la boca en el recién nacido resulta fundamental para evitar problemas en el futuro cercano.

Hay que tener en cuenta que la dieta de los bebés  se compone principalmente de leche materna, que se impregna en sus encías y en la lengua. Esto provoca la aparición de una especie de nata blanca que es necesario retirar de la boca del bebé, entre otras cosas porque puede generar mal sabor o olores desagradables para el pequeño.

Para cuidar la salud bucal de los bebés se utilizan algunas técnicas muy sencillas que evitan la formación de la placa bacteriana. Si no se realizan las limpiezas diarias correspondientes, la acumulación de esta placa puede generarle halitosis al bebé, infecciones y otros problemas dentales en el futuro.

 

En el recién nacido

Después de cada toma, o como mínimo después de la toma de la noche, sería conveniente introducir el dedo índice limpio, y preferiblemente con un dedal de silicona, dentro de la cavidad oral del bebé y recorrer, con movimientos suaves y circulares, todas las superficies, para retirar los restos de leche que hubieran podido quedar. Otra posibilidad sería hacerlo envolviendo el dedo con una gasa o un paño humedecidos.

 

En cuanto empiecen a salir los dientes

Desde el primer día, es conveniente frotarlos suavemente con una gasa humedecida, con el dedal de silicona, o con un cepillo de dientes especial para bebés. El esmalte es especialmente vulnerable a los ácidos formados por las bacterias durante el proceso de fermentación en esta etapa, por lo que es conveniente no abandonar la salud bucodental en este momento.

Acciones como limpiar el chupete con la boca o probar la comida con el mismo utensilio que se utilizará para alimentar después a la criatura deberán evitarse, porque el riesgo de trasmitirle microorganismos propios de la boca del adulto es alto.

Aunque los dientes de leche siempre terminan cayéndose, un cepillado diario permitirá cuidarlos y evitará que aparezcan caries e infecciones.

 

En el primer año de vida

Es muy importante que realicemos una higiene correcta después de la lactancia, para evitar también la aparición de la llamada ‘’caries de infancia temprana’’.

A lo largo del primer año de vida del niño, irán surgiendo los primeros dientes temporales. Es preciso que los padres vigilen en esta etapa, para evitar que el pequeño adopte malos hábitos, como podría ser la succión digital (chuparse el dedo), así como el bruxismo o rechinamiento de diente, y otros hábitos no deseables.

Sería conveniente introducir el cepillado de todos los dientes con un cepillo de un cabezal adecuado a las dimensiones de su boca y de cerdas suaves, sólo o con un granito de arroz de pasta dental fluorada. Además, en cuanto empiecen a salir las muelas, podrá pasarse el hilo dental entre las zonas de contacto antes de irse a dormir.

Una técnica de cepillado correcta, que arrastre la placa bacteriana con movimientos del cepillo desde las encías hacia abajo, será la más adecuada. Primero serán los cuidadores quienes la realizarán y, a partir del segundo año, se permitirá a los niños que empiecen a manejar el cepillo, para que vayan familiarizándose con el instrumento, con la técnica y con los hábitos y, de este modo, acaben convirtiéndose en adultos responsables de su salud.

 

 

 

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